Desde hace un par de años (2016), los madrileños podemos
contar con otro parque de recreo, pero con ciertas características de huerto urbano
que merece la pena conocer. La Quinta Torre-Arias perteneció a la aristocracia
madrileña como muchos otros parques de la capital, pero afortunadamente hoy es
de uso público. Es posible encontrar en sus jardines más de 50 especies de árboles,
entre los que destaca una inmensa y singular encina de más de 300 años. Es un
parque agradable de pasear y dispone de diversos elementos de madera que,
seguramente, despertarán la atención de los más pequeños, como un par de
visitantes fijos (muñecos de nieve realizados en madera) ataviados con sombrero
y bufanda, e incluso con su nariz de zanahoria. También pueden buscar un
divertido hotel para insectos, un inmenso boletus que permanece inalterable a
los pequeños gusanos, un tortuga incapaz de bajar del tronco al que se ha
subido, o un curioso búho que no apartará su insistente mirada aunque le
visites de día. También pueden jugar a descifrar la hora que marca el reloj de
sol que hay en el parque y saber si aún les queda tiempo para montarse en un
pequeño tren que parece donado por la familia Picapiedra y realizar en él un
viaje imaginario. Además de su aspecto lúdico y recreativo, el parque nos muestra
un sinfín de plantas ornamentales y aromáticas y productos de la huerta con los que aprender
ya que este parque es un punto de obtención de semillas para los huertos urbanos
de la capital. Cuando los visitantes se marchan y el parque queda desierto, es
cuidado por una divertida y sonriente espantapájara que nos recuerda que además
de las plantas y los jardines, sobre todo, debemos respetar a nuestros
semejantes.
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