viernes, 19 de octubre de 2018

Billy Elliot (El Musical)



Después de su exitoso paso por el West End londinense, el Broadway neoyorquino y otras muchas ciudades, ha llegado al teatro Alcalá de Madrid el musical Billy Elliot, una excelente adaptación a los escenarios, de la película homónima y Opera prima del director Stephen Daldry, sobre un guion de Lee Hall. El musical cuenta con la letra del mismo guionista de la película Lee Hall, y con la música de Elton John.

La trama se desarrolla durante la huelga de los mineros en los años 1984 y 1985 en la Inglaterra de Margaret Thatcher. La política de reajuste económico de la “Dama de Hierro” produjo el cierre de muchas empresas y las principales minas de carbón del norte de Inglaterra, provocando un profundo drama en muchas familias y originando un grave conflicto social. Pero el drama y los períodos de crisis, ya sean personales o no, han sido siempre una fuente inagotable para las artes como lo son la literatura, la música o el cine, como ocurre en este caso. Billy Elliot, no fue el único ejemplo inspirado dentro de este período del Tacherismo, sino que fue otra muestra del buen hacer de algunos realizadores, como lo fueron Mark Herman con Tocando al viento, en (1996) y Peter Cattaneo con Full Monty en (1997). Pero si bien en esta última, el paro obligó a la parodia, los otros dos films tenían en común el cierre de la mina y la música. En la película de Herman, (Tocando Al Viento) la música será un escape, un motivo que permite a los mineros mantener la dignidad; mientras, en Billy Elliot la música forma parte de los sueños de un niño y de su deseo irrefrenable de bailar.

            La madre ausente, la falta de recursos económicos, el fracaso de los adultos y la fuerza de la costumbre que obliga a seguir los mismos pasos de aquellos que le precedieron, envuelven el mundo de Billy. Pero esa realidad, puede impedir a un niño de 11 años realizar sus sueños, pero no arrebatárselos. Por eso, cuando Billy baila, se siente libre, su cuerpo se transforma y se vuelve ligero y el espacio en el que se mueve adquiere otra dimensión. Sin embargo, los diferentes intereses de los adultos, sus frustraciones y sus fracasos se convertirán en una presión insoportable para el mundo infantil de Billy, que Stephen Daldry mostró con maestría en la película y que han sido transmitidos con el mismo acierto y emoción al escenario del musical. Así, mientras los adultos discuten sobre su futuro, Billy baila desesperadamente en un espacio minúsculo e inmundo hasta que sus propios pasos de baile le arrastren por toda la ciudad. En este sentido, Billy Elliot, trata de personas que no deciden sobre su futuro, cuyo horizonte se ha visto circunscrito al reducido entorno en el que lograr su sustento y que no han tenido razones para ir más allá “donde no había minas”, pero que son gentes luchadoras, sensibles a los sentimientos de los demás y portadoras de una profunda solidaridad.

No resulta dada fácil adaptar los distintos ambientes en los que se desarrolla la película de Billy Elliot: la casa, la mina, el gimnasio o las pruebas de admisión para el Royal Ballet a un solo escenario teatral y, sin embargo, la puesta en escena es auténticamente genial. Además, la realización de una obra de estas características que combina la participación de bailarines, actores y cantantes, niños y adultos es un auténtico reto, debido a la corta edad de muchos de los participantes. Gracias por asumir el riesgo y muchas felicidades por el resultado.

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