Hacía tiempo que no iba a ARCO, la feria de arte
contemporáneo de Madrid. La última vez había salido con una cierta desazón al no
saber distinguir en muchas ocasiones, entre basura y arte, además del alto precio
de la entrada. Esta vez, aprovechando que venía de París mi amiga TACHA, con su
alma de artista, hemos he vuelto al evento para encontrarme allí con ella. Perdona
TACHA, ya sé que me habías dicho que no podía utilizar la palabra basura para definir
algunas de las obras encontradas en ARCO pero, te prometo, que en esta ocasión su
significado no tiene un sentido estrictamente conceptual y despectivo, sino que
la he puesto, porque es el término que utiliza Pedro Cabrita Reis, artista presente
en la feria, con respecto a los materiales que componen algunas de sus obras: “una
parte importante de mi trabajo consiste en construir el mundo a través del uso
de objetos abandonados, que no inanimados. Trabajo como un recolector. Soy
vanidoso y arrogante, pero en el trabajo me agrada esperar al final de la cola
y recoger los desperdicios de los demás. La basura viene cargadísima de miradas”
(Babelia 25/07/2016). Pedro Cabrita, les da a los objetos una segunda oportunidad
y una visión distinta a los demás, como muchos otros autores presentes en la
feria. Pero si Javier Martín Barrio, periodista que entrevistó a Pedro Cabrita
en su taller de arte, dudaba si dar una patada a un neumático que resultó ser San
Sebastián en el Purgatorio y no sabía si el destino de la taza con posos de
café que había en el taller era acabar bajo la pila o en el MOMA de Nueva York,
ahora me encuentro algo más aliviado con mis dudas, por no haber elegido en la
carrera la especialidad de arte. Hoy en ARCO, cualquier proceso, idea, técnica
compositiva, soporte, reivindicación, reutilización de materiales, estudio,
movimiento, reorganización de espacios, o una habitación desordenada, un collage,
un melange, o porqué no, un corolario de fenómenos siguiendo una determinada
secuencia, puede llegar a ser considerado una obra de arte. También hay manifestaciones de arte vivo, en la que la persona que forma parte
de la obra, abandona ésta por un instante para atender otras necesidades
ineludibles a todo ser humano, dejando la obra incomprensible en ese momento, o simplemente en un intermezzo.
Hoy, en la mayoría de las sociedades afortunadamente,
la función del arte (en cualquiera de sus manifestaciones) ya no está
supeditada a la glorificación de lo divino o el culto al poder y goza de un amplísimo
espacio de creatividad. En ese sentido, la relación entre el arte y la sociedad
es enormemente abierta y, por ello, casi todo es posible: la obra maestra, la
genialidad, la crítica social, lo rompedor, pero también lo fácil, lo extravagante
y lo kitsch.
Hoy, la fórmula del éxito o del reconocimiento de una
obra de arte es algo compleja y está sujeta a la intervención de diferentes variables:
idea, oportunidad (u oportunismo, dicho en el sentido de tener la habilidad de
aprovechar las oportunidades), complicación técnica, genialidad y firma (o
nombre). Todos estos factores pueden sumarse entre sí para lograr el éxito. No
importa que en algún momento alguno o varios de ellos tengan valor cero ya que la
suma de los demás pueden inducir a un buen resultado comercial.
Juan Cossio "Red Wave" |
En esta nueva relación, puede que ya no se hable de la iluminación o de la gama de grises de una determinada fotografía, o de la técnica pictórica de un cuadro, o de su valor artístico, o de su dificultad técnica, o de su originalidad, ya que también tienen relevancia otros factores como el carácter crítico, la denuncia social, la provocación o la extravagancia. Un ejemplo, es lo ocurrido en este ARCO 2018, en el que una obra puede acaparar todos los titulares debido a una desafortunada objeción a que sea expuesta, como la obra de Santiago Sierra “Presos Políticos en la España Contemporánea”. Esa mala recomendación y un cierto grado de oportunismo han garantizado su éxito comercial. La pared se quedó vacía y algunos especularon con darle un cierto valor artístico y conceptual considerándola como el ejemplo del reconocimiento internacional al procés”, o el resultado de la censura, pero lo cierto es que el espacio en ARCO es caro y, horror vacui, otras obras vinieron a ocupar su lugar. Lo dicho, en ARCO hay mucho arte, y también basura (artística... o no), oportunismo y oportunidades, ideas muy bien plasmadas y otras de muy dudosa interpretación, grandes figuras y figurantes, buenas y malas obras, pero es un gran escaparate de nuestra sociedad, la vida misma. Volveré.
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